Perfil biográfico

Perfil biográfico

Se desconoce qué le impulsó a abandonar su negocio del papel para dedicarse a la fotografía.

Algunos consideran que, antes de llegar a España, había trabajado con un fotógrafo en París, mientras que otros piensan que el acercamiento a la fotografía se debió a su curiosidad por los avances científicos unida a su conocimiento del tratamiento del papel y a su espíritu comercial. Lo cierto es que en la década de los 50 ya estaba vinculado con la fotografía, ya que en 1851 solicita ante el Registro de Patentes un privilegio exclusivo de un nuevo sistema para colorear fotografías.

En esos mismos años debió de iniciar su trayectoria como fotógrafo retratista, con la que alcanzó un reconocimiento que pronto le proporcionó encargos de la Casa Real.

A principios de la década de los 60 comenzó a fotografiar las obras de arte del Museo del Prado y poco más tarde las colecciones de innumerables instituciones museísticas españolas, adquiriendo tanta destreza en estos trabajos como en los retratos. Pero la meteórica y prestigiosa carrera del fotógrafo de estudio y de interiores se extendió a otras especialidades. Así, en 1858 inició su trayectoria como fotógrafo de exteriores con el encargo de fotografiar la línea férrea Madrid – Alicante. Posteriormente realizará tomas de infinidad de obras públicas y de vistas de ciudades, lo que le permitió las varias ediciones de su Guía de España y Portugal.

Sus catálogos reúnen una ingente labor fotográfica para la que hubo de contar con diferentes colaboradores: discípulos que trabajaban en su propio taller, comisionados distribuidos por otras regiones y, en ocasiones, asociandose con otros profesionales, como Martínez Sánchez, con quien realizó el Álbum Obras Públicas en España.

En 1856 Laurent se casó con Amalia Daillencq, viuda con una hija, Catalina Melina Dosch, quien desempeñó un papel crucial en la vida del fotógrafo y en la evolución de la firma. Tras la muerte de su esposa en 1869, Laurent se asoció con su hijastra que, junto con su marido, Alfonso Roswag, se vinculará a la empresa hasta que se tengan que desprender de ella al inicio del siglo XX. En 1881 Laurent, que tenía entonces 64 años, decidió retirarse, dejando el negocio fotográfico en manos de su hijastra y su marido.

Tras su muerte, Catalina y su marido continuarán con el negocio fotográfico, explotando el inmenso fondo que Laurent había ido creando a lo largo de su vida, realizando nuevas fotografías e invirtiendo en su mejora. Sin embargo, en 1900, las deudas acumuladas eran tan elevadas que se vieron obligados a vender la empresa a Lacoste, quien continuará su explotación hasta la Primera Guerra Mundial. Más tarde Roig Villalonga, primero, y Ruiz Vernacci, posteriormente, se harán cargo del fondo fotográfico de Laurent hasta que el Estado Español lo adquirió en 1975 y, años más tarde, encargó su custodia al Instituto de Patrimonio Histórico Español.

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