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Para captar la atención del espectador y sostener la ilusión escénica es necesario contar con una escenografía adecuada donde transcurra la acción de manera verosímil. A este fin contribuyen las acotaciones proporcionando información sobre la adecuada puesta en escena. Se distinguen las del autor dramático de las puramente técnicas, exclusivas de los apuntes.

Las del primer tipo, son aclaraciones que introduce el autor para precisar el texto literario y se corresponden con la parte no dialogada. En este apunte, Bajo el Cristo del Perdón, están destacadas en tinta de color rojo y describen gestos, movimientos, lugar de la acción, vestuario...

Las de carácter técnico o escénico son las utilizadas por los apuntadores, el tramoyista o los operarios de la compañía en un montaje concreto y, en algunos casos, pueden servir para dos funciones espaciadas en el tiempo, variando su significado según el contexto. Como en el ejemplo de La moscovita sensible, aparecen en los márgenes del apunte en forma de notas verbales marcando efectos de luz y sonido, movimiento de actores en escena, entrada de música, cambio de bastidor... o bien representadas con signos gráficos como la cruz potenzada, una celdilla en forma de corazón o de cáliz, la cruz de San Andrés, líneas paralelas y oblicuas, etc.

La minuciosidad de estas notas choca en la práctica con una escenografía, por regla general, austera y poco cuidada, como refleja este esquema perteneciente a La muerte en los labios de Echegaray. Las comedias de magia eran las más populares por la espectacularidad de su montaje, que requería un mayor despliegue de medios técnicos y decorado, lo que, por otra parte, encarecía la entrada. Por ejemplo, para la 1ª parte de Marta la Romarantina de Cañizares, hay una petición de atrezzo orquestada para deslumbrar al público: ocho bastidores, telón, bambalinas, 4 escritorios, una vista de muralla, medio vuelo para subir y bajar al galán, torreón volador, espejo grande, balancín, etc.