Mujeres gitanas ponen cara al feminismo
- La fotógrafa Teresa Gumuzio rubrica la muestra, organizada por el Área de Equidad, Derechos Sociales y Empleo a través de la Dirección General de Igualdad entre Mujeres y Hombres
- Son veintinueve imágenes y un vídeo con el testimonio de varias de las protagonistas, relatando su experiencia y sus aspiraciones
- Muestra la andadura de estas mujeres que rompen estereotipos. Hay pintoras, mediadoras sociales, maestras, técnicos de farmacia o amas de casa, procedentes de distintos puntos del país
Exposición "Sin miedo a la libertad" en la Casa del Reloj de Arganzuela
Valientes, luchadoras, diferentes y, sobre todo, conocedoras de que son el motor del cambio y que ese cambio empieza por no tenerle miedo a la libertad. Eso y más expresan los rostros de las mujeres gitanas, fotografiadas por Teresa Gumuzio para la exposición “Sin miedo a la libertad”, una muestra organizada por el Área de Equidad, Derechos Sociales y Empleo, a través de la Dirección General de Igualdad entre Mujeres y Hombres, dentro de la programación diseñada para el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo).
Ana Buñuel, directora general de Igualdad entre Mujeres y Hombres, ha inaugurado hoy (viernes, 4 de marzo) la muestra, a la que han asistido representantes de las distintas asociaciones que integran la Mesa de Gitanas por la Igualdad. Son veintinueve imágenes y un vídeo con el testimonio de varias de las protagonistas, relatando su experiencia y sus aspiraciones. Con carácter itinerante, la parada en Madrid la hace en el centro cultural Casa del Reloj, en Arganzuela, hasta el 5 de abril. De allí iniciará un recorrido por otros centros e instituciones del país.
Son retratos serenos, sinceros, de fondo blanco en los que el foco principal de la composición se centra en la mirada, incisiva y sincera de sus protagonistas. Junto a la imagen, distintos paneles sintetizan sus opiniones y vivencias. Estas son algunas de sus afirmaciones: “Yo soy libre de escoger con quien me caso, lo que estudio y donde trabajo. Y no dejo de ser gitana por vivir sola y no ir del brazo de un hombre...”, “no soy menos gitana por ser diferente”, “lucho por nuestro desarrollo como pueblo”... “soy mujer, soy gitana... y siempre seré gitana”.
Teresa Gumuzio (Bilbao, 1951) ha querido “dar visibilidad a un colectivo marginado injustamente por la sociedad y que vive dominado por el machismo de su cultura”. “Yo tengo mucho en común con las mujeres gitanas que he fotografiado –añade–. Tengo en común que soy mujer y luchadora. Tengo en común que me indigno con la desigualdad y con la injusticia. Tengo en común que creo en su lucha de justicia social”.
El proyecto fotográfico arrancó tras un encuentro con la Asociación de Mujeres Feministas Gitanas por la diversidad, quienes le transmitieron la necesidad de relatar la doble discriminación que padecen por ser mujeres y gitanas. Pero también deseaban hacer visible el cambio que empieza a producirse en ellas. Gracias al coraje, a la valentía, cada día son un poco más independientes, más seguras de sí mismas, con mayor acceso al mercado laboral, más libres.
La baja escolarización, los matrimonios jóvenes, la dependencia del marido, el arraigo de costumbres ancestrales o los trabajos precarios componen un mundo contra el que estas mujeres luchan a diario. “El anhelo de este feminismo gitano es un anhelo de justicia, de mejorar la calidad de vida, la educación, de libertad sexual y de aceptar a las mujeres gitanas como seres libres, dueñas de su destino y aptas para ganarse la vida”, dice Gumuzio que añade que eso no debe suponer una sanción social dentro de su grupo familiar, ni un cuestionamiento de su “gitaneidad”. De hecho esa es su reivindicación: soy mujer y soy gitana.
Pintoras, maestras y mediadoras sociales
Los veintinueve retratos son otros tantos ejemplos del camino que ha elegido cada una de las protagonistas. Caminos que rompen estereotipos y que son tan heterogéneos como los de cualquier mujer de otra etnia. Hay pintoras, mediadoras sociales, maestras, técnicos de farmacia y amas de casa. Distintos recorridos pero un mismo deseo: cambiar prácticas culturales que discriminan por razones étnicas y ayudar a construir un futuro de igualdad que permita a las mujeres elegir su destino.
Vienen de distintas partes del país. Muchas han sufrido en su infancia la pobreza, han vivido en chabolas, practicado la venta ambulante. Hoy son magníficas profesionales que han podido acceder al mercado laboral gracias a que contaron con el apoyo familiar. Algunas son famosas como la actriz Alba Flores, la bailaora Aurora Fernández o la pintora Lita Cabellut.
Otras, la mayoría, son desconocidas. Es el caso de Carmen Fernández, maestra de primaria, murciana de nacimiento y una excepción en el colegio, en el instituto, en la universidad, por ser la única gitana de la clase; o de Esther Carmona, técnico de farmacia y administrativa, que trabaja en un hospital madrileño. O las mediadoras sociales Pilar Losada, Guru Jiménez, Ana Hernández o Nazaret Motos, una joven administrativa que trabaja en la Asociación Gitana Unión Romaní luchando contra el absentismo escolar. Son solo algunos ejemplos de las cerca de treinta mujeres gitanas que han querido ponerle cara al feminismo./