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La música 'clásica' otomana surge fundamentalmente en el seno de las cortes imperiales de Estambul, donde los sultanes gozaban de un ambiente intelectual y artístico. 

La capital del imperio otomano poseía una vida cultural de una vasta geografía, constituyendo así una síntesis artística enriquecida mediante la incorporación de elementos culturales muy diversos. 

Este interesante viaje sonoro comienza en el siglo XV y pervive en nuestros días, y en él se condensa la base teórica del 'makam', un amplio y variado sistema de modos o escalas hechos de 'sabores' (çeşni) y senderos (seyir). 

Desde un profundo respeto y admiración, y a través de un apacible viaje sonoro, Manolo y Nabil interpretan piezas de este legado con dos de sus instrumentos tradicionales: el ud (laúd turco) y el ney (flauta de caña).