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En el mercado de Diego de León hay sitio para todos. Los jefes de cocina de los restaurantes de la zona, los oficinistas y los clientes del vecindario acuden al mercado con un mismo objetivo: la cercanía y la confianza con el comerciante.

Forma parte del tejido comercial del barrio y lo abastece de los frescos imprescindibles -carnes y pescados, frutas y verduras, aves y huevos- desde 1939. Conserva algunos rótulos originales de singular belleza.

En el mercado de Diego de León lo esencial convive con lo fundamental: es el sitio en el que comprar una caja de botellas de vino o un kilo de peras Conferencia, el sitio en el que encargar el tapizado de un sofá o enmarcar un cuadro, el sitio en el que lo gourmet se convierte en lo natural.

Público fiel de toda la vida. Gente del barrio y alrededores. Los comerciantes conocen a sus clientes.