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En el mercado de San Enrique, al lado de Bravo Murillo y entre Estrecho y Tetuán, lo natural es llenar la cesta de la compra con productos frescos, y hacerlo a precios interesantes.

El mercado, que se inauguró en 1965, renovó su imagen exterior en 2008, y también sus instalaciones. El resultado es una plaza de abastos cómoda, funcional, en la que los vecinos encontrarán las ventajas del comercio minorista tradicional -cercanía, experiencia y consejo tras los mostradores de las carnicerías, pescaderías, fruterías, pollerías y charcuterías- combinadas con las exigencias de los nuevos tiempos: accesos diáfanos, buena iluminación, y la baza de un amplio supermercado para completar la oferta.

Además, el mercado cuenta con locales reservados para oficinas y con tiendas exteriores -desde una peluquería a una empresa de traducciones juradas, pasando por un taller de costura- que dinamizan la calle de San Enrique y la convierten en una referencia del pequeño comercio en la zona.